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jueves, 11 de octubre de 2012

Conejo Rojo PARTE 1

   Jamás olvidaré cuando mis amigos y yo nos enfrentamos al odio.



   Era abril del 92 en el parque de la Luz. Josué buscaba piedras, Ramón (El Gordo) golpeaba el cesped con un palo y Alex y yo cazábamos ardillas con resorteras.

   La primavera representaba para nosotros el inicio de la vida y cada aventura era una montaña por conquistar. Teníamos 8 años y nos teníamos mutuamente, así que lo teníamos todo.

   O yo lo tenía todo hasta que perdí a Josué.

   Josué era débil y frágil, pero era mi hermano. Mamá dijo que Josué fue un milagro. Papá dijo que Josué fue una decepción; y no recuerdo haberles visto encontrar un terreno medio. Josué creció con limitaciones, viviendo a la sombra del miedo de mamá y distante del amor de papá. A mí, papá me amaba mucho. Yo tengo sus ojos y sus ideas. Josué era como mamá y papá siempre decía que mamá era débil.

  A Josué y a mi nos gustaba jugar en el parque de la Luz. Ahí cazábamos ardillas en primavera y hacíamos fuertes de nieve en invierno. A mamá no le gustaba que Josué jugara en la nieve, pero a papá no le gustaba tenerlo en casa, así que mamá cedía y le ponía dos suéteres y una chamarra. Mamá quería acompañarnos pero papá no lo permitía.

   Así íbamos al parque. Josué bajo capas y capas de ropa y yo con él de la mano. En el camino Alex se nos unía y ya en el parque nos alcanzaba Ramón. Alex llamaba a Ramón por su apodo (El Gordo) y cuando Josué empezó a hacerlo tuve que amenazarlo para que parara. "Una madre no escoge el nombre de su hijo para que lo llamen por un apodo" decía mamá, y como casi en todo, mamá tenía razón.

   Jugábamos al escondite y a las espadas. A veces éramos vaqueros, otras veces astronautas en la luna. Ramón era muy bueno con Josué y Alex aprendió a quererlo con el tiempo. Josué contaba chistes y reía. Hacía trucos de magia y se asombraba de ellos. Por las noches me pedía contarle un cuento para dormir y cuando no me daban ganas él mismo se los contaba, cambiando hechos y personajes, pero durmiéndose igual.

   Todos queríamos mucho a Josué, creo que hasta papá lo quería a su manera. "Mi hijo Josué dijo un poema en la escuela" le dijo al tío Pedro un día, "Josué ha mejorado mucho en sus calificaciones este año" le contó al padrino Jorge. Pero papá nunca le dijo a Josué "bien hecho" o "estoy orgulloso", al contrario, peleaba con mamá porque ella se lo decía demasiado. Mamá amaba a Josué, siempre se lo decía: "te amo como eres", le repetía todo el tiempo. A mí, mamá me decía "te amo" y ya, así que Josué empezó a preguntarse "¿Y yo, cómo soy?"

   Josué no tenía muchos amigos además de Alex y Ramón. Alex era alto y fuerte y protegía a Josué cuando salíamos, pero Alex iba en otra escuela así que solo lo veíamos en las tardes. Al principio no le gustaba Josué, "es tonto" decía, pero yo no quería jugar con Alex si mi hermano no jugaba con nosotros. Con el tiemo Alex creó una estrategia: "Quiero a Josué en mi equipo para que las cosas sean más parejas", así es como Alex empezó a querer a Josué y así es como Josué empezó a ganar.

   Ramón por otro lado fue amigo de Josué desde el principio. "Tú no juegas por gordo" le decían a Ramón, "y tú no juegas por tonto" le decían a Josué. Así que Ramón y Josué jugaban juntos, y yo a veces con ellos. Con el tiempo empezaron a crear su propio mundo, a compartir secretos y a ser indispensables el uno para el otro. Muchas veces sentía envidia de Ramón porque entender a Josué se le daba de manera natural. Yo amaba (amo) a Josué, pero me costaba comprenderlo; Ramón se identificaba con Josué y eso me daba, a veces, envidia. Aun así, Ramón era bueno, mamá lo sabía y lo invitaba a casa con frecuencia. Papá prefería que jugaran fuera, pero se que se sentía orgulloso de que su hijo hubiera hecho un amigo.

   Sí, Josué era especial y todos sufrimos mucho cuando murió.

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